26 febrero 2006

Llevarse el fuego


Se cuenta que le preguntaron una vez a un sabio (¿o a un santo?) qué se llevaría consigo, si en una noche de invierno se le incendiara la casa, y tuviera el tiempo justo, y la oportunidad para llevarse nada más que una cosa. Sólo una y exclusivamente una cosa.
Dicen que respondió que en ese caso se esforzaría por llevarse el fuego.
Pienso que era un sabio. Si al morir me puedo llevar sólo una cosa de todo lo que ahora tengo, claramente deseo llevarme la vida.
La estupidez está en amontonar cosas y bienes para poner en ellos la seguridad. Como si uno fuera eterno, o como si este lugar fuera el definitivo. Cuando te pidan la vida: ¿pensaste en quién será el que aprovechará lo que vos dejaste amontonado?
Aunque los quieras mucho: ¿será un bien dejarles tantas cosas para utilizar, sin que les haya costado nada adquirirlas?
Y si no los querés, ni ellos te quieren: ¿no se alegrarán con tu muerte, considerándola una suerte para ellos?


Párrafo extraído de Peregrinos del Espíritu de Mamerto Menapace, Ed. Patria Grande.