26 junio 2006

Como un pájaro en llamas


TE ASESINÓ EL AMOR

Porque el silencio es demasiado cruel
cuando el grito puja por los poros
y es un grito hacia adentro,
un pájaro ardiente que te abarca
tumultuoso y puntual.
Porque amar no alcanza para ser amado.
Y tenías la tristeza imperdonable
de una muñeca herida, olvidada
en el último cuarto.
Quisiste partir sin equipaje.
¡Qué decisión la tuya!
Como un reloj de arena
cada noche volvía por tu cauce,
despoblado y sediento.
Y allí,
era la ronda de voces asediando
tu almohada,
una invasión de gestos extraños,
sin sentido,
un motín de ovaciones que se alzaban
en un teatro de sombras.
Tus manos padecían amargos escalofríos,
cuando tus personajes te sobrepasaban
con la beldad de las diademas
y la crudeza de una mancha de sangre
sobre la escarcha.
Enamorada del suicidio,
como una extraña jauría.
Ahora estás escribiendo el epílogo
de tu pieza final;
la que urdías en una ceremonia secreta.
Como a una melodía rota, te asesinó el amor
que no te dieron.

Elena Cabrejas