Decenio: Diez años del inicio de este blog
Diez años del corazón de una encina
Han transcurrido diez años desde que abrí
este blog en el que mi pequeño corazón de encina se predispuso a destilar sus
mejores dulzainas. Diez años es mucho tiempo, por cierto. Al menos constituye
un ciclo decenal; en él sumé otra década a mi cronología vital, cambié de
siglo, me mudé de ciudad y de trabajo, mis retoños se hicieron árboles bien
fundados… y todo eso no es poco.
Si fuera por hacer un balance, diría que
estoy balanceándome. Me balanceo entre el enclave en el que me hallaba diez
años atrás y este otro lado del vaivén, este presente continuo en el que habito,
tratando que el fiel no denuncie una inclinación mayor a la de un discreto
equilibrio.
No quiere decir esto que en el vaivén
inacabado que es la vida, mantener el equilibrio sea sencillo. No. Es el gran
misterio de la existencia humana. Recabar lo preciso para llenar cada platillo
y rellenarlo cada vez que el otro se torna más pesado; compensar, reconstituir,
restañar. Restañar-nos, re-generarse. Y comenzar una vez más, con reverdecida
esperanza.
Porque este blog es una expresión de la
renovación de la esperanza. Esperanza que se vierte en palabras, de esas
palabras que de pronto asaltan el nivel de la conciencia iluminándola como
relámpagos o fulminándola como rayos. Palabras con las que se hace una nueva
luz y se enciende un fuego nuevo, con el que arden realidades olvidadas,
restallan esperanzas lejanas y crepitan nuevos proyectos. Alumbramos el hacer
con el decir, según lo expresa Cecilia Avenatti. Palabras que son primero
amores y luego creaciones.
Si la esperanza tiene un color, seguramente
en mi paleta ese color es el verde. Como el verde de mi follaje, el verde de mi
sombrero de perfil que me cubre como la copa en la que me expando sobre el eje
que me hunde en la tierra.
Verde esperanza parece una expresión
demasiado corriente, desgastada en un uso no siempre certero. Pero en mí, ese
tono es el signo de la comunión con la Naturaleza que me imprime su sello.
Esperanza de florecer un día antes que mi fuego se apague. Esperanza de
fructificar y derramarme amorosamente sobre los confines de la pradera que me
contiene. Esperanza de brillar en un intenso destello de luz cuando el viento
agite mis hojas. Esperanza que se hace resplandor en las noches oscuras porque
atesoró a la luna en su regazo durante los plenilunios…
Etiquetas: blog, cumpleaños, Decenio, encina, esperanza, palabras