30 noviembre 2009

Extraño Buenos Aires...

Extraño la ciudad de la que vengo. La lluvia, el perfume de los árboles, las iglesias donde iba a rezar, mis amigas y amigos, la librería donde tomaba café mientras leía los libros que elegía para comprar, la universidad donde enseñaba, los paseos por el campo, mi oficina, mis tareas cotidianas, mi casa, mi asistente y compañera personal........ Quiero regresar, quiero regresar y ya no puedo!!!

28 noviembre 2009

Aprendiendo a bailar enlazados

Él era un verdadero capitán de la marina...



... Y yo Mariel; el Capitán vivía en el 5º A, pero no he muerto, es más, aquí estoy todavía. De él, no he sabido nada...

Nunca te olvidaré

27 noviembre 2009

El día que florecen los tilos...

Hoy, año tras año, florecen todos los tilos. Algunos ya habían hechado algunas florecillas y ya se sentía su dulce y suave aroma. Pero hoy estallan, como si estuvieran todos de acuerdo, en cientos y cientos de flores blancas, tenues y profundamente perfumadas. Me embebo en su fragancia, me sumerjo en ella y quedo embriagada de tanta intensidad. Todo el mundo sale a recoger las flores, algunos llevan escaleras, banquetas, para alcanzar las más altas. La brisa se apura a medida que comienza a decaer la tarde. Es la hora del crepúsculo y también esta noche será límpida y clara; tal vez -como tantas otras veces- haya luna.


De alguna manera tendré que olvidarte



De alguna manera
tendré que olvidarte,
por mucho que quiera
no es fácil, ya sabes,
me faltan las fuerzas,
ha sido muy tarde
y nada más, y nada más,
apenas nada más.

Las noches te acercan
y enredas el aire,
mis labios se secan
e intento besarte.
Qué fría es la cera
de un beso de nadie
y nada más, y nada más,
apenas nada más.

Las horas de piedra
parecen cansarse
y el tiempo se peina
con gesto de amante.
De alguna manera
tendré que olvidarte
y nada más, y nada más,
apenas nada más.

Autor: Luis Eduardo Aute

26 noviembre 2009

Flores en el piso


Esta tarde, temprano, tuve que hacer cosas fuera de casa. A mi regreso, recorrí las calles cuyas orillas se bordan con las flores de los aromos que han caído.... Retuve la respiración y me quedé mirando las líneas del asfalto acariciadas por las pequeñas esferas amarillas que se deshacen al paso de la gente.